Desde la creación del hombre y la mujer, existen los nombres. Estos son nuestra primera señal de identidad, nos dignifican y representan. 

Generalmente, lo primero que preguntamos a una persona cuando la conocemos es su nombre, en busca de saber quien es, pareciese que el nombre diera un pequeño abreboca sobre la personalidad de quien estamos conociendo. 

¿Qué son los nombres?

Con nombres, nos referimos a la designación o denominación verbal que se le da a un objeto, animal o persona.  El mismo permite identificarse en relación con los demás, constituye un valor jurídico, en lo económico y en lo social.

¿El nombre te condena?

Hemos leído anteriormente, una serie de ideas en las que se habla de los nombres como algo delicado, que pudiese dañar la vida de quien lo llevase. 

Asimismo, las dudas de los padres que buscan los significados de los nombres, antes de colocarlos, con el temor de dañar el futuro de sus hijos. 

Se ha pasado a creer que colocarle a nuestro hijo el mismo nombre de nuestros ancestros, puede condenarlos a llevar la misma vida que tenían estos. O si elegimos uno de algún actor o artista podríamos frustrar su vida , si esta persona no lograse ser una estrella también. 

Es absurdo pensar que desde que nacemos estamos condenados al fracaso. Todo nuestro éxito debe estar vinculado a nuestras acciones, proyectos y consecución de los sueños 

Definitivamente, cada nombre tiene una historia y una evolución, poseen significados especiales, y cuentan una realidad vivida. Nuestro nombre es el primer contrato que tenemos, nos presenta al mundo, nos representa e identifica. 

Es, particularmente, el regalo más importante que nos otorgaron, y en efecto, este título marca un precedente en la forma como te verán los demás. Además, determina tu energía y engloba muchos factores determinantes de tu personalidad. 

La influencia de los nombres 

En un nivel básico, nuestros nombres pueden revelar algunos detalles sobre nuestra etnia, u otros aspectos originarios, lo que en un mundo lleno de prejuicios sociales conlleva consecuencias inevitables.

Por ejemplo, una investigación estadounidense determinó que luego de los ataques del 11 de septiembre, las personas que llevaban nombres árabes tenían menos probabilidades de concretar una entrevista de trabajo, que alguien con un nombre europeo, latino o estadounidense. 

Esto es injusto, bajo distintos aspectos, ya que los nombres son un indicador poco confiable de nuestros orígenes.

Cuando no nos gusta nuestro nombre…

Un estudio realizado en el 2000, dirigido por el psicólogo Jean Twenge descubrió que personas a quienes no les gustaba su nombre, tendían a tener una adaptación psicológica deficiente. 

Actualmente, se estudian casos en los que se determina una falta de confianza y autoestima para quienes no se sienten identificados con el nombre que les fue colocado.

En otro orden de ideas, se analiza no solamente a quien no les gusta su nombre, sino también a la sociedad que rechaza una serie de los mismos. 

La realidad es que muchos estudios han demostrado que algunos nombres presentan un rechazo repetitivo. Las personas que poseen dichos nombres tienden a ser menos educados y con baja autoestima. 

Es por esto que actualmente muchos gobiernos regulan los nombres de los niños, e incluso permiten cambiar el nombre cuando la persona ya está en la adultez.

Los nombres y los vínculos de la personalidad  

Considerando lo antes expuesto, nos detenemos a pensar en la importancia de los nombres propios, el título que nos imponen, el primer contrato que firman por nosotros y que debemos asumir para toda la vida. 

Ciertamente, vivimos en un mundo cargado de energías, que algunos podemos percibir de cerca. Los nombres quedan de lado cuando nuestra personalidad sale a relucir y nuestra energía habla por nosotros. 

Entonces queda la pregunta ¿El nombre construye la personalidad? O a partir de nuestra personalidad determinamos quiénes somos. 

Según nuestros análisis, solo tú puedes determinar tu vida y conectarte con lo positivo de lo que está impuesto, como nuestro nombre, nacionalidad, familia, hermanos, entre otros. 

Estar en paz con nosotros mismos nos permite alcanzar nuestros sueños en este plano. Deseo que tu nombre te agrade, que construyas tu propia definición, que añadas todos los días algo nuevo que agrande tu felicidad y que cuides tu energía.